Ángel Calpena tenía asumido desde
hace muchos años su papel de animal de costumbres. Más que asumida, la
percepción de su vida era más o menos satisfactoria. Uno de los pocos cambios
que podía tolerar era el de cambiar brevemente su residencia con la finalidad
de relajarse; o por ser precisos, para relajarse mientras hace su trabajo.
Ángel Calpena se dedicaba a la escritura. Este término, “escritura” y no
“literatura”, está elegido a conciencia; no pocos críticos se postulan
enérgicamente contra la idea de llamar literatura a las novelas que Ángel
Calpena escribía. Estas novelas eran de un estilo, según muchos, sádico y
macabro; páginas llenas de violencia explícita y muertes retorcidamente
barrocas. Todo a caballo entre la novela negra “hard boiled” y el terror.
lunes, 25 de junio de 2018
lunes, 18 de junio de 2018
La Noche de los Tiempos
Nota: Este texto se me ocurrió tratando de evocar las sensaciones de una noche crítica, anterior a una intervención de cierta envergadura. No es muy narrativo, es algo más bien sensorial. De ahí que sea un poco impermeable. Es lo que hay para este ¿relato?
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Es poca la luz que hay en mi casa
y sin embargo todo está entre como atrapado entre ámbar; dorado y difuso. De
las horas que quedan, apenas nueve, no tengo noticias de que haya mente o
conciencia dispuestas a soportarlas con sosiego y raciocinio. Veo a mis padres
afanados; parece que estén inmersos en los preparativos de un largo viaje, como
si con la carga de los fardos hubieran también de acarrear un peso espiritual
lesivo e intolerable. Podría ser rigurosamente cierto.
domingo, 10 de junio de 2018
Lejos de Casa
En la revista que publica la
Asociación Psicoanalítica mensualmente he encontrado un caso lo suficientemente
excéntrico como para despertar mi interés. Digo excéntrico porque, aunque quizá
se hayan visto casos más extremados e impactantes, supone una auténtica
anomalía estadística.
domingo, 3 de junio de 2018
El Cazador de Sonidos (II)
-Viene de la parte (I)
-La residencia de Héctor Córdoba
estaba en una escuálida calleja del extrarradio, de exiguas dimensiones y no
demasiada iluminación. A la hora del atardecer el ambiente se enturbia, quedándose
una tiniebla caliginosa. No las tengo
todas conmigo cuando llamo al timbre para cumplimentar la cita concertada.
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