Ya fuese por la repentina
sensación de extrañeza, o por lo atinado del consejo, la idea fue recibida con
aceptación.
El resto del día, incluyendo la
cena, fue transcurriendo en tono de moderada felicidad. Sin duda, de los tres
visitantes, los más cómodos eran Marcelino y Julia, muy predispuestos a
rememorar tiempo de juventud. La predisposición de Eduardo, por su parte, era
el ensimismamiento y la congoja, aunque incluso en su caso el malestar se fue
atemperando ante lo indudablemente agradable del lugar.