domingo, 28 de enero de 2018

La Visión del Dibujante (II)

Ya fuese por la repentina sensación de extrañeza, o por lo atinado del consejo, la idea fue recibida con aceptación.

El resto del día, incluyendo la cena, fue transcurriendo en tono de moderada felicidad. Sin duda, de los tres visitantes, los más cómodos eran Marcelino y Julia, muy predispuestos a rememorar tiempo de juventud. La predisposición de Eduardo, por su parte, era el ensimismamiento y la congoja, aunque incluso en su caso el malestar se fue atemperando ante lo indudablemente agradable del lugar. 

martes, 23 de enero de 2018

La Visión del Dibujante (I)

*Nota: cualquier parecido entre la toponimia que uso en este relato (inventada repentinamente) y la realidad es pura coincidencia.


El paraje,  el lugar, no participaba de ninguna belleza, no era digno de ser reproducido en ninguna postal y era refractario a cualquier pintoresquismo. Sí tenía una especie de belleza primitiva apoyada en carreteras al borde de lo practicable, la ausencia de comercios y servicios asumidos por casi cualquiera y una eminente simplificación del modo de vida. Para cualquier urbanita con pedigrí, el campo es meramente una ausencia de ciudad, y para un urbanita estresado una terapia más o menos aceptable, eso sí, en pequeñas dosis. 

miércoles, 17 de enero de 2018

Al Compás

Antonio, en su calidad de artista, siempre vio con buenos ojos vivir en lugar apartado, propicio para crear y centrarse concienzudamente en su trabajo. Finalmente, aunque con el inconveniente de un cuantioso desembolso y una laboriosa búsqueda, consiguió encontrar una casa que podía colmar sus deseos profesionales y logísticos. El término “apartada” era realmente preciso, pues no había edificaciones habitadas en un buen trecho a la redonda. 

viernes, 5 de enero de 2018

Un Mal Sueño

Gerald Douglas nunca fue demasiado competente disimulando sus emociones, apenas sentía alegría, melancolía, enojo o turbación, cuando una equivalencia gestual troquelaba meticulosamente todo su rostro. Tal condición lo inhabilitaba para cualquier tentativa de embuste, trampa o trapacería; más como incapacidad ingénita, quizá, que como imperativo moral. En aquel día de Abril a Gerald le era imposible disimular su entusiasmo, un rostro cantarín y risueño era el prefacio de una feliz noticia. La entrada en su casa fue triunfal.