domingo, 18 de marzo de 2018

Lugares Comunes



-Ya hay un nuevo tratamiento para su problema, después de años de probaturas y de salvar no pocos obstáculos legales y morales hemos perfeccionado un método que hará frente a todo aquello que le entristece. Controlaremos la depresión. Verá; desde hace unos años existe lo que llamamos “Terapia Locativa”. Esto es, un tipo de terapia que correlaciona la emotividad con lugares concretos. Verá señor Alvero, a lo largo de su vida usted, sin duda, ha estado en sitios que asocia a emociones muy fuertes. ¿No es cierto?

-Sí.

Y ahí me tenéis, sentado en una consulta que resultaba ser el paradigma de la nueva psiquiatría. Ciertamente el mundo había cambiado y con él, por arrastre, todo lo demás. Incluyendo la medicina y su concepto del hombre. Y sí, yo tenía problemas de depresión. Y se irán dando cuenta, pero yo estaba solo. Había perdido a mi mujer en un accidente, no teníamos hijos (nunca quisimos, en realidad)  y mis padres habían fallecido ya.  Literalmente, no tenía a nadie.

-Bien señor Alvero, de todos estos lugares seguramente todos son especiales porque están sujetos al recuerdo de ciertas personas. No sé si usted lo creerá, pero en pacientes como usted dificulta mucho la recuperación cierta tendencia autodestructiva. ¿Cuántos vuelven al lugar dónde se besaron por primera vez con su mujer o marido? ¿Cuántos a donde conocieron a una determinada persona? Conversar con estos lugares es conversar con fantasmas. No podemos suprimir los recuerdos, estos están entrelazados a multitud de elementos diversos y su eliminación sería un caos. Pero sí podemos suprimir esta tendencia autodestructiva.

-¿Cómo?

Yo en ése momento me encontraba desesperado, pero es que además no era un asunto que solo me incumbiera a mí. Como bien me explicó el Dr. Leonardo Valdés, las cosas funcionaban desde hace un tiempo de forma distinta.

-Ya sabe que actualmente las directrices políticas alientan la cooperación directa de la medicina con la organización de la sociedad. La rectitud y el equilibrio emocional de los habitantes de cualquier lugar, repercute en la buena marcha y en el buen gobierno de ese lugar. Nosotros, los facultativos, estamos autorizados a influenciar por nuestra propia iniciativa a cualquier ciudadano, digamos… inestable. De hecho debemos hacerlo.

Recuerdo muy bien que en ese momento asentí levemente, como si toda la perorata médico-sociológica fuese todo un dogma. ¿Os lo podéis creer? Vaya pandilla de tarados. Pero era muy real. El doctor continuó.

-Se trata de un simple condicionamiento y de una manipulación bioquímica. Podemos hacer que sienta un terror inaguantable y absolutamente feroz con solo acercarse a uno de estos sitios críticos.

-¿Terror?

-Lo podemos controlar con la enzima Cdk5, si la aumentamos a niveles notablemente anormales se causará tal nivel de terror que el individuo de forma imperativa querrá salir de cualquier manera de ese lugar. Poco a poco la nostalgia y los recuerdos melancólicos de esos lugares serán sustituidos por angustia. Normalmente al inicio del tratamiento permitimos que los pacientes entren a un lugar clave. 

A los pocos segundos suplican salir de allí.

-¿Suplican?

-Oh, sí bueno. La expresión es un poco osada. En realidad les obligamos a estar allí hasta unos treinta segundos como máximo. La mayoría no aguanta tanto. Desde entonces asociarán los lugares emotivos a un miedo tan indeseable, que jamás los evocarán fácilmente.

El doctor Valdés parecía levemente azorado, como si un exceso de confianza le hubiera hecho hablar de más. Yo solo supe reaccionar con una pregunta.

-¿Y cómo lo harán? ¿Cómo van a conseguir asociar el terror a estos lugares?

-Bueno, es bastante complejo. Curiosamente en las últimas décadas las disciplinas científicas que más han progresado son las que tienen que ver con las neurociencias y la conducta. Hablo de disciplinas humanas claro, no de IA. Primero mapearemos todo su historial de pensamientos, los clasificaremos y prestaremos atención a la categoría “lugar-emoción”. Las emociones indeseables como la nostalgia y la melancolía son nuestro objetivo. Los lugares que desencadenen esa respuesta emocional se asociarán a una aumento totalmente anormal en la encima Cdk5. Esto lo haremos mediante un procedimiento de manipulación bioquímica. Estar, o siquiera ver, un lugar vedado desencadenará la sensación de terror que le decía.

-Su…suena complejo.

-Ya lo creo que lo es, requerirá días de internamiento. Pero es menos invasivo de lo que piensa. Unas pequeñas señales en la cabeza y listos. Lo que más le molestará serán las migrañas, pero solo las dos primeras semanas.

¿Lo que más me iba a molestar? No te jode. En aquel momento no pude ni hacerme a la idea de qué iba a ser lo que más me iba a molestar.

-¿Y qué pasará con los recuerdos más accesibles? Con fotos, objetos…

- Eso es demasiado. Para los pacientes y para nosotros. Teóricamente quizá podríamos también interceptar esos recuerdos, pero el riesgo de sobrecarga bioquímica y emocional sería muy elevado. Digamos que aplicamos un refrán muy sencillo: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Lo conveniente es prescribir la destrucción y mutación de todo aquello que provoque emociones indeseables.

Por si no lo habéis pillado, “prescribir” es “ordenar”. El sutil arte del eufemismo parece ser la segunda gran disciplina científica que más se ha desarrollado en las últimas décadas. 

-¿A qué se refiere?

-Deberá deshacerse de todos los objetos que guarden relación con las personas a las que echa de menos. Lógicamente no le pedimos que, por ejemplo, que cambie de casa pero tendrá que remodelarla y…

-Osea, “mutarla”.

-Eso es.

-Pues es más complejo de lo que parece.

-El Departamento de Salud, le ayudará con los costes. No tiene por qué ser una reforma muy grande.

-Digo lo de deshacerme de los objetos. Realmente es como si me extirparan algo, son parte de mí.

-¿Ve? Ahí está la clave. En el “mí”. Señor Alvero, las emociones privadas son egoístas. Demasiado intimismo lleva al naufragio de la convivencia. El pensamiento recto es aquel que es constructivo para la sociedad y las desviaciones sentimentales e individuales son problemáticas. Esto preocupa mucho al Departamento de Salud y de ahí que la implementación de este sistema se irá haciendo poco a poco obligatoria. Además en cuanto vio la campaña de difusión fue usted quien vino a nosotros. ¿Quería dejar de sufrir, no es cierto?

-Sí.  Supongo que sí.

Claro ¿y quién no? Pero desde luego hay remedios que no están en correlación con la dolencia. Porque ¿qué es sufrir? ¿son unos sufrimientos más aceptables que otros? Sabremos que hemos llegado a una edad oscura, cuando los gobernados no solamente sean los ciudadanos, sino también sus emociones. Pero yo entonces no me hacía estas preguntas tan filosóficas, en realidad yo estaba pidiendo ayuda. Y me la dieron; se supone.

 .................................................................................................................................................................
-Hoy es un día importante para usted, señor Alvero.  Me informan de que los dolores físicos derivados del tratamiento ya prácticamente han remitido. Bien; es la hora de ver cómo de efectivo ha sido todo este proceso. Saldremos de la clínica inmediatamente y nos dirigiremos a un lugar que ha sido señalado como: “emotivo-depresivo”. Y parece ser que es…veamos: El Parque del Espejo”. 
Supongo que le es familiar.

-En efecto.

-¿Puede decirme por qué?

-Fue el lugar donde conocía a Emma.

-¿Puede decirme cómo ocurrió?

-Fue con ayuda de su perro. Yo estaba tranquilamente sentado, leyendo, cuando su perro comenzó a olisquearme. Vino directo hacia mí. Ella se acercó a pedirme disculpas y espontáneamente  comenzamos a hablar. Quedamos para el día siguiente y…

En este punto empecé a llorar como una magdalena. Para querer curarme mi dolor la verdad es que eran un poco contradictorios. Pero tenía su razón.


-Es evidente que ese parque es el lugar adecuado; la repuesta emocional sigue siendo considerable. 

Bien, hoy comenzaremos a borrar esa sensación.

Nos trasladamos en una ambulancia hasta el Parque de El Espejo. No era suficiente ir con un coche normal, la reacción de pánico podía provocar serios trastornos si se iba de madre. Yo iba con los ojos vendados, incluso una visión ligera y de refilón podría desencadenar la aterradora treta bioquímica.

-Muy bien, ya estamos en el sitio. Por favor, escuche atentamente. En un momento comenzaremos una cuenta atrás, al final de la cual usted se quitará el vendaje de los ojos. Estaremos cerca de usted; a parte de  mí hay un equipo médico que impedirá que algo grave suceda. Probablemente necesitemos tranquilizantes. Usted no tiene que hacer nada, solo mirar alrededor y dejarse llevar.

La cuenta atrás empezó desde veinte y yo dentro  de mí ya estaba viendo aquel parque incluso antes de que me desvendaran los ojos. Podría saber situar cada brizna de hierba o ubicar cualquier piedrecita. Mis doctores pensaban que ese lugar era parte de mí. No lo creo de una precisión exacta.  Lo más correcto sería decir que había algo de mí en ese parque. 3,2,1…

-Señor Alvero, prepárese. Vamos a dejarle ver el parque.

El Parque del Espejo. Una agradable porción de zona verde en el corazón de la ciudad. Y grande. Tenía tanta longitud que era imposible abarcarlo de un solo vistazo o desde un punto fijo. Al fondo había una serie de pequeñas elevaciones, de leves colinas, que daban al límite posterior del parque un curioso aspecto jorobado. Los árboles estaban colocados en una armonía casi futbolística; en pareja y suficientemente alejados  como para emular una portería. Así lo comprendían algunos niños, jugando con un balón un desordenado partido de fútbol. Pero la imagen que realmente veía era asoladora.

-Por favor vaya describiendo lo que siente.

¿Que qué sentía? La palabra “terror” creo que no es suficiente para explicarlo. Por el parque campaban cientos, millares de horrores fugaces renovándose. Podrían ser cuerpos abiertos en canal, sangre, fuego, bestias, una especie de insectos como puntos voladores carnívoros que se dirigían hacia mí.

-¡Señor Alvero, señor Alvero! ¡Domínese! Vosotros; tapadle los ojos y administradle un calmante fuerte.

................................................................................................................................................................. 
-Bien, podemos decir que la probatura ha sido un éxito. Ha permanecido diecinueve segundos en la zona designada, lo cual es una marca apreciable. Para llegar a un estado de locura perpetua habíamos calculado poco más de treinta segundos.

-No recuerdo nada señor, solamente que desperté en la clínica del Departamento como si hubiera tenido la peor pesadilla de mi vida. Ahora me duele mucho la cabeza.

-Sufrió un ataque de terror puro. Comenzó a gritar, a correr en círculos, a tirarse salvajemente de los pelos. Hubimos, como era previsible, de interceptarle físicamente y administrarle una generosa dosis de calmantes y somníferos. Ha despertado tras cinco horas.

Creo que no había estado tan confuso en mi vida. Trataba de recordar, por mero instinto, la serie de sucesos recientes que me ha habían llevado a esa situación. Como resultado obtuve el regreso debilitado de la imbatible sensación de miedo.

-Señor Alvero, no trate de recordar nada que tenga relación con el Parque del Espejo. Podría sufrir una recidiva del ataque de terror.

-Quiero que todos esto termine.

-Me temo que no, señor Alvero. Aún quedan más sitios sensibles que debemos condicionar.

-No estoy seguro de querer seguir.

-En ese caso lamento informarle de que la continuidad no está sujeta a su decisión. Al adscribirse a un plan gubernativo de próxima implementación, a todos los efectos legales está en nuestras manos. 
Consuélese, señor Alvero; en el fondo es usted un pionero.

No me consoló en absoluto. Imaginaos un destierro espiritual donde no podéis sentir lo que está en vuestra naturaleza. Imaginaos una siniestra cirugía que fracciona cualquier recuerdo que podáis tener y que extirpa todos aquellos lugares en los que una vez fuiste feliz. Yo mismo creía, al principio, que era lo que quería. Sin embargo, todo lo que hice fue ir dejando que levantaran a mi alrededor una prisión alucinatoria y psicopática. ¿Acaso cambiaríais la melancolía por un cerco de terror?

-Hemos finalizado todas las fases prevista por el protocolo de prueba. Hemos revisado su casa y la remodelación es completa y lo suficientemente diferente como para evitar asociaciones indeseadas. 

En cuanto a los alrededores de su casa, depende un poco de usted el no dejarse llevar; no obstante, el departamento le abonará una buena cantidad de psicofármacos.

-Doctor, tengo una pregunta.

-Adelante

-Hay decenas de lugares vedados a los que no podré ir, ni siquiera recordar. Y mucho  de mi bagaje en recuerdos está proscrito por miedos inenarrables. ¿Usted se sometería al tratamiento? ¿Se entregaría convencido de que esto es lo mejor para usted?

-Afortunadamente yo estoy con lo que deciden lo que es bueno… para todos. Yo pastoreo y cuido de los ciudadanos.

Cambiando un poco lo que dijo T.S Elliot, así terminará el mundo; víctima de su propia melancolía. Cuando me sometí al tratamiento mi vida era un infierno, pero ¿podemos vivir solo con medio corazón, con medio espíritu, con la vida solo medio vivida? Siento, eso lo sé, el dolor de un miembro fantasma. Pero al menos tengo algo de valor todavía. Me estoy dirigiendo al Parque del Espejo, donde pasaré los últimos treinta segundos de mi vida. Parece ser que ese era el límite de una terrible locura. Bueno, pues calcularé bien y me dispararé en el segundo 29. Supongo que eso será un pequeño fracaso para la “Terapia Locativa”.








No hay comentarios:

Publicar un comentario